En aquel mundo extraño la realeza, no contaba con muchas simpatías.
Eran tolerados mas bien por, por política, intereses creados, por imagen.
A la plebe había que mantenerla a raya, siempre había que guardar las distancias.
En aquel mundo todo cambiaba de repente, un día mandaba un mandril, otro
día un ogro, no existía la armonía, ni la estabilidad política.
Todo esto era algo sintomático, decían los buitres carroñeros, esos que se tiran
días volando alrededor de su presa, hasta que ésta, muere y cae indefensa.
Pero ante todo, decían las malas bestias del lugar, hay que mantener las formas.
Siempre hay que mantener las buenas maneras, era el código, no verbal, implícito
en cada comportamiento animal, las distancias, mantenía a la víctima, y depredador.
A la defensiva, la hipocresia era el alimento habitual, del que tenia reservado, comer
siempre en primer lugar, sin dar aviso, de su captura al resto del personal..
Quien antes coma tendrá siempre asegurada su supervivencia, éste era el discurso
que siempre mantenía el jefe de la manada, rodeado en su particular mesa.
En medio de una carnicería, matutina, donde se devoraba, la presa de ese día
regada, siempre con una botella de champán, de la mejor cosecha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario