La naturaleza, según él, no había sido muy generosa y tan solo lo había vestido con una persistente tonalidad NEGRA, pero, cual guerrero de lo imposible y creyéndose en desventajas cualitativas, se había encarnizado en potenciar sus escaceses. Se propuso la épica hazaña de volar hasta la LUNA. Una sola vez lo había comentado con su amada. La desilución fue profunda y perpetua, porque, ella, una MARIPOSA hermosa, variopinta, adornada con diseños y colores maravillosos, le dijo lo que menos quería escuchar. A partir de ese momento se decretó a si mismo que algún día alcanzaría la superficie selenita. Empezó a ejercitarse en vuelos largos, prolongados, extenuantes. Verdaderas maratones del aleteo. Muchas mariposas observaban ese obstinamiento por entrenar y entrenar, sin saber a qué obedecía esa actitud. El, mariposo de porte y mirada ALTIVA no tenía ojos nada mas que para la luna. Un día se creyó capacitado para emprender el largo vuelo. En silencio, casi como había vivido, miró una foto de su enamorada y en una trayectoría SINUOSA fue esquivando las ramas y los cables para perderse en la negrura de la noche, del mismo color que su piel.
autor isabel garcia
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